Es
pronto. De mañana. El grupo se desayuna con tradicionales tostadas con mantequilla,
mermelada y café o bien, con el clásico y contundente desayuno inglés.
Alguien
llama la atención de que en la sala contigua a donde estamos dando cuenta de
los alimentos hay un piano. Tan sólo unos segundos más tarde, los sonidos se
elevan en la habitación contaminando, ya no solo la sala donde está el
instrumento, sino quizás incluso también el piso de arriba donde hemos pasado
la noche en habitaciones con camas múltiples.
El
recorrido musical empieza en la Austria Clásica para pasar por la Polonia
Romántica y quedarse un poco más de tiempo en la España Nacionalista. Los
sonidos son mimados y arrancados a ese viejo piano por este que ahora hace las
veces de narrador y fotógrafo en este blog que entreteje historias e imágenes
por igual.
Tras
este intermedio musical, el interrumpido ágape prosigue para llegar a su fin y,
es entonces, cuando el grupo está listo para la partida. Nos espera una vez más
los excitados acantilados de Bempton Cliffs.
A
nuestra llegada a Bempton Cliffs el baile aún no ha comenzado y los danzantes
Alcatraces Atlánticos (Morus bassanus) están calentado, con idas y venidas,
cortando con sus afilados picos el aire fresco de la mañana como si se tratase
de un paño infinito.
Al poco de estar allí, soplo a soplo, el aire se ha ido
convirtiendo en viento y llega a ser , una vez maduro, arremolinado vendaval.
Entonces,
casi sin darnos cuenta, el sincronizado baile es ahora una realidad. Vuelos
imposibles, paradas controladas, pasadas a escasos metros de mi ser…todo es posible en esta ensayada
coreografía. Entre el ruido reinante, los disparos de fogueo se alzan en el
aire intentando congelar momentos, de captar lo inalcanzable. Las
sensaciones quedan fijadas a golpe de emoción en mi retina y después en mi
cerebro, en mi.
Y en medio del crecido alboroto, el amor.
Es
baile llega a su fin y el público abandona el púlpito verde desde donde ha sido
testigo del espectáculo para dirigir sus pasos hacia otros destinos. Mi
abandono es pausado y mis pies quieren aferrase a este lugar así que mi
despedida es a modo de promesa que tendrá que cumplirse con el tiempo. Antes de
montar en los autos me detengo para hacer algunas fotografías de Gorrión
Molinero (Passer Montanus), cerca del Centro de Visitantes, donde hay una
nutrida colonia de esta simpática y preciosa especie de paseriforme.
Hemos
atravesado el ecuador del día y paramos nuestro devenir para reponer fuerzas en
un restaurante de carretera desconocedores aún de que la tarde del presente nos
guardaba una grata sorpresa.
Al
terminar nuestro almuerzo, proseguimos rodando hacia el Faro de la Isla de
Santa María. Llegados con la luz dorada del inexorable atardecer, unos señores tienen
a bien avisarnos de que en la playa, justo detrás del fálico faro, hay un
pequeño grupo de Focas grises (Halichoeurs grypus). Me recorre de nuevo el
nerviosismo y raudo, me dirijo hacia allí. Es cierto, cinco focas están
tranquilas sesteando en la tranquila playa rocosa.
De
nuevo, ruido de disparos….
Las fotografías mostradas en esta entrada son en encuadre original, sin recortes, a excepción del retrato del Alcatraz que es un recorte a vertical del original realizado con el propósito de poder admirar la belleza del ave.
Es fantástico recordar el viaje con tus relatos y como no con tus imágenes!
ResponderEliminarHola Silvia!
EliminarMuchas gracias por pasar y dejar un comentario!
Me alegro mucho que te guste.
Un abrazo,
Diego
Mi querido yerno. Te superas día a día en las imágenes y en los textos. Juntos, son una explosión de belleza y sensibilidad.
ResponderEliminarDisfruta!
Muchas gracias Rafael!!!
EliminarA ver si nos vemos pronto.
Un fuerte abrazo,
Diego
Brutal, que decir que cada entrada nueva es un disfrute visual y emocional.Enhorabuena!
ResponderEliminarMuchas gracias, Carlos!!
EliminarUn fuerte abrazo,
Diego
Hola Diego, hacía tiempo que no me daba un paseo por tu blog, y una vez más me quedo enormemente asombrado por la belleza de tus imágenes. Todas las fotos de los Alcatraces son una pasada, sin menospreciar al resto de protagonistas. Enhorabuena Diego.
ResponderEliminarUn saludo desde Canarias.
PD: si os pasais por aqui, ya sabes que hay nos ricos bocatas de pata esperando.
Hola Juanjo!!!
EliminarQué alegría me da saber de ti!
Cómo va todo?
Me alegro mucho que te gusten las entradas que voy haciendo.
La verdad es que el texto va saliendo sólo al ver y recordar este inolvidable viaje que he tenido la fortuna de realizar. El 300 ha echado humo en este viaje... :-)))
Un fuerte abrazo,
Diego
Precioso viaje y preciosas fotos.
ResponderEliminarSaludos.
El viaje es una pasada, Vicente!
EliminarTe lo recomiendo encarecidamente.
Muchas gracias por comentar, amigo!
Un abrazo,
Diego
Haces revivir todo, gracias. un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias de nuevo, Javier!!
EliminarDe verdad te lo agradezco!
Un abrazo,
Diego
De este día solo puedo decirte GRACIAS, GRACIAS Y MIL VECES GRACIAS, por ese momento inolvidable que nos regalastes a todos, ver como sientes la musica es un placer para la vista. Noe.
ResponderEliminarEs cierto que echamos un ratito bueno con ese viejo instrumento!
EliminarGracias a ti!!!
Un saludo, Noe,
Diego